CONTAMINACION DEL SUELO


El suelo es un componente esencial del ambiente en el que se desarrolla la vida; es vulnerable, de difícil y larga recuperación (tarda desde miles a cientos de miles de años en formarse), y de extensión limitada, por lo que se considera un recurso natural no renovable. 

De acuerdo con Dorronsoro (2007), este recurso se utiliza para fines muy diversos: agricultura, ganadería, pastos y montes, extracción de minerales y de materiales para la construcción, soporte para las edificaciones, eliminación de residuos y actividades de ocio y recreo, entre otros. En este sentido, puede decirse que el suelo provee importantes funciones ambientales, dentro de los cuales se destaca ser el sustento de alimento para las plantas, almacenar nutrientes, poseer y albergar materia orgánica proveniente de restos animales y vegetales, ser el hábitat de diversos organismos que transforman la materia orgánica presente en él, entre otros factores que lo hacen ser esencial en el desarrollo de los ecosistemas de los cuales forma parte. 

Las actividades económicas, especialmente la agricultura, están haciendo un uso cada vez más intensivo del suelo, empleando insumos como plaguicidas y fertilizantes, con el fin de obtener alimentos y materias primas para la elaboración de sustancias químicas, como biocombustibles. Igualmente, otras actividades productivas también usan de manera intensiva este recurso, situación que está conduciendo a una degradación creciente del suelo, así como a una pérdida irrecuperable del mismo. El uso inadecuado de este recurso trae como consecuencia la imposibilidad de hacer un uso óptimo del suelo en la agricultura, la ganadería, la recreación, etc. 

Por tal razón, es necesario crear políticas públicas y estrategias de regulación, que permitan disminuir el impacto ambiental negativo que se produce sobre el suelo (consecuencia de diversas actividades que se llevan a cabo en los procesos productivos de la industria y demás sectores económicos), y generar una conciencia sobre la importancia de conservar los recursos naturales presentes en el medio. Una estrategia para regular permanentemente las actividades económicas de las empresas, en cuanto a la generación de impactos ambientales negativos sobre el suelo, es el uso de instrumentos económicos que puedan incentivar a los agentes económicos para que inviertan en la protección y conservación de los recursos naturales. De igual forma, la implementación de estos mecanismos económicos permitirá demostrar el valor del recurso suelo como proveedor de bienes y servicios ambientales, para que de esta manera pueda ser integrado en los estados de resultados de las empresas. Este artículo tiene como objetivo fundamental presentar una revisión bibliográfica analítica sobre los principales mecanismos de regulación que se emplean en el ámbito nacional e internacional en la protección de los recursos naturales, específicamente el suelo, como proveedor de diversos bienes y servicios ambientales. En este sentido, la primera sección presenta la problemática asociada al uso económico del recurso suelo. La segunda enfatiza en la regulación ambiental generada en torno a la contaminación del suelo. Por otro lado, la tercera sección contempla las aproximaciones económicas al problema de la contaminación. La cuarta, por su parte menciona las directrices requeridas para el diseño de instrumentos económicos que permitan regular la contaminación del suelo. 


Los recursos naturales son vitales para el desarrollo de las actividades cotidianas del ser humano, pues intervienen de diversas formas en sus relaciones y son esenciales para el logro de diversos satisfactores sociales que permiten generar una mejora en la calidad de vida de las personas. En este sentido, y haciendo énfasis en el recurso suelo, puede decirse que existe una relación directa entre las actividades económicas que desempeña el ser humano y el recurso natural como tal, pues de éste se obtiene un conjunto de materiales e insumos que son empleados en los procesos productivos de las unidades económicas y, además, son fundamentales para la supervivencia de la sociedad. Sin embargo, el uso intensivo e indiscriminado del suelo está generando un fuerte impacto ambiental negativo en el recurso, de tal forma que si no se propende por su protección y conservación, puede llegar a perder sus características y, por ende, su capacidad para ser empleado dentro de otros procesos productivos posteriores o como soporte para actividades de ocio y recreación, entre otras. 


Asimismo, puede decirse que tanto en el entorno colombiano como en el mundial, se cuenta con una serie de normativas ambientales que pueden llevar a un adecuado aprovechamiento de los recursos naturales, no obstante, se reconoce también que en algunos casos, esta normativa es desconocida o poco aplicada, situación que va en detrimento de las características originales de cada recurso y puede llevar a una pérdida irrecuperable del mismo. En este sentido, se plantea entonces que en Colombia, si bien existen normativa e instituciones ambientales, hay una débil regulación ambiental, puesto que el acople entre estos dos elementos, aunado con el uso de instrumentos económicos y de comando y control aún no se encuentra plenamente realizado. Bajo este panorama, se considera entonces que uno de los mecanismos de regulación que puede llevar a la conservación y protección de los recursos naturales, como el suelo, es el diseño de instrumentos económicos que se ajusten a las características particulares del recurso y representen sus condiciones, de tal manera que logren obtener un verdadero beneficio económico, social y ambiental. En este aspecto se considera importante la adopción de instrumentos económicos como los impuestos ambientales que dirijan las decisiones del sector agrícola hacia prácticas más sustentables y a una aplicación más eficiente de opciones que contrarresten los efectos negativos de sustancias como los plaguicidas. De esta manera, siguiendo las ideas de Oskam (1997) 18, una primera aproximación en Colombia de aplicación de instrumentos económicos debe tener en cuenta: 


 Los impuestos a plaguicidas deben establecerse con base en el daño que provocan a la salud o al medio ambiente. Las sustancias más tóxicas deben tener el impuesto más alto y si es posible, su monto debe ser igual al daño marginal que causa a la sociedad (al tamaño de la externalidad). 2. El impuesto tendrá mayor éxito entre más fácil sea su recolección y entre más difícil sea su evasión. 3. Si el monto del impuesto recaudado se regresa a los mismos agricultores que sufren perjuicios derivados del impuesto entonces habrá un mayor grado de aceptación. Finalmente, es importante que el mecanismo de redistribución de los ingresos tenga costos de transacción muy bajos.